viernes, 4 de mayo de 2012

Pequeña felicidad

La distancia era más que suficiente como para dar un buen paseo, pero decidí no hacer uso del transporte público, rara vez lo hago, esa es la suerte de vivir en una ciudad pequeña, que en la mayoría de los desplazamientos puedes permitirte el lujo de hacerlo a pie.

A pesar de que en el camino de ida el sol lucía en cielo, a la vuelta comenzó a nublarse. Poco después comenzó a llover. No fue un gran inconveniente, iba preparada. Seguidamente, el viento se hizo lo suficientemente fuerte como para salpicarme la cara de gotitas de agua y no siendo suficiente arreció de tal forma que me vi haciendo malabarismos con el paraguas, pero vamos, sin problemas, soy una artista en estas lides.

Resultado final del paseo: Odraz calada hasta los huesos, heladita de frío y con los pelos como si hubiese metido los dedos en un enchufe. Aunque, eso sí, con una sonrisa de oreja a oreja.

A veces, soy feliz en los momentos y circunstancias más insospechados.

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